Diego Alejandro Melera

viernes, 12 de junio de 2015

No hay ley sin lucha

          Nos quejamos de muchas cosas, pero cuando hay algo que nos urge, que nos parte la piel, no podemos dejar de luchar por eso. Y no pedimos que alguien nos deje hacer algo, usar alguna cosa, actuar de determinada manera, vamos y lo hacemos, lo usamos, actuamos como deseamos actuar.
         Las mujeres no esperaron a que el legislador le otorgue la posibilidad de divorciarse para separarse de los maridos que las engañaban o simplemente no las hacían felices; se separaron, criaron solas a sus hijos y aguantaron infinitos chusmeríos en el barrio sin contención legal de ningún tipo. Luego de muchos años, de muchas personas que se separaron vinieron las leyes, los debates en el congreso, pero nunca antes.
        Las parejas homosexuales no esperaron las leyes que hoy nuestro país tiene y son ejemplo en el mundo. Comenzaron a animarse a vivir sus vidas (a veces ocultos a veces no), a criar a sus hijos con sus parejas del mismo sexo, soportando la discriminación cuando los llevaban al jardín y veían que tenían dos mamás o dos papás. No esperaron las leyes, las hicieron aparecer a la fuerza.
        Las acciones y luchas de los flujos de deseo colectivo producen las leyes, por eso esa debería ser la primera tarea, la esencial: ¿cuáles son los flujos de deseo/potencia que mueven tus acciones? ¿ya existen leyes que te permiten desplegarlos? Si es así ¿las estás aprovechando? Si no es así ¿qué estás haciendo para que eso suceda?

No hay comentarios: