Nos quejamos de muchas cosas, pero
cuando hay algo que nos urge, que nos parte la piel, no podemos dejar
de luchar por eso. Y no pedimos que alguien nos deje hacer algo, usar
alguna cosa, actuar de determinada manera, vamos y lo hacemos, lo
usamos, actuamos como deseamos actuar.
Las mujeres no esperaron a que el
legislador le otorgue la posibilidad de divorciarse para separarse de
los maridos que las engañaban o simplemente no las hacían felices;
se separaron, criaron solas a sus hijos y aguantaron infinitos
chusmeríos en el barrio sin contención legal de ningún tipo. Luego
de muchos años, de muchas personas que se separaron vinieron las
leyes, los debates en el congreso, pero nunca antes.
Las parejas homosexuales no
esperaron las leyes que hoy nuestro país tiene y son ejemplo en el
mundo. Comenzaron a animarse a vivir sus vidas (a veces ocultos a
veces no), a criar a sus hijos con sus parejas del mismo sexo,
soportando la discriminación cuando los llevaban al jardín
y veían que tenían dos mamás o dos papás. No esperaron las leyes,
las hicieron aparecer a la fuerza.
Las acciones y luchas de los flujos
de deseo colectivo producen las leyes, por eso esa debería ser la
primera tarea, la esencial: ¿cuáles son los flujos de deseo/potencia
que mueven tus acciones? ¿ya existen leyes que te permiten
desplegarlos? Si es así ¿las estás aprovechando? Si no es así
¿qué estás haciendo para que eso suceda?
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